“En el huerto del Cedrón estaba San Juan con Dominus Deo y le dijo: Ea, Señor, a mis enemigos veo venir, si ojos tienen que no me vean; si manos tienen, que no me agarren; si pies tienen, que no caminen; detente enemigo feroz, que primero nació el hijo de Dios que vos, enemigo. Con dos te mido, con tres te cito: con el Padre, con el Hijo y con el Espíritu Santo. Derribado vengas como derribó a los suyos el Jueves Santo, ligado vengas de pies y manos y ojos vendados para que no me agarren a mí ni quien estuviere a mi lado, de quien me fío es de la Santísima Trinidad y la leche que consagró en los pechos de María Santísima, que nuestros cuerpos sean librados de ser atados, muertos angustiados, ni llagados. Líbrame, Señor, de mis enemigos como libraste a Jonás del vientre de la ballena. Encomiéndame a la luz de la santa Veracruz, corona, clavos y cruz. Señor San Juan, por el trago amargo que pasaste en el ara de la cruz. El Señor sea conmigo y su Santísima Madre; la fortaleza de la fe nos defienda y nos libre de todo mal y peligro. Amén.
Si ojos tienen que no me vean;
si manos tienen que no me agarren;
no permitas que me sorprendan por la espalda;
no permitas que mi muerte sea violenta;
no permitas que mi sangre se derrame;
Tú que todo lo conoces,
sabes de mis pecados, pero también
sabes de mi fe, no me desampares,
Amén.
Justo Juez de Nazareth, hijo de la Virgen María,
que en Belén fue nacido entre idolatrías,
yo te rezo, Señor, todos los días,
que mi cuerpo no sea preso, ni herido, ni muerto,
ni en manos de la injusticia envuelto.
Paz Dios… Paz Dios… Paz Dios…
Cristo dijo a sus discípulos:
Si mis enemigos vienen para aprehenderme
tendrán ojos y no me verán
tendrán oídos y no me oirán
tendrán boca y no me hablarán.
Con las armas de San Jorge seré armado
con la espada de Abraham seré cubierto
con la leche de la Virgen María seré alimentado,
con el Arca de Noé seré trasladado,
con las llaves de San Pedro seré guardado,
donde nadie pueda verme y herir,
ni matar, ni sangre de mi cuerpo derramar.
También yo rezo Señor
por aquellos tres cálices benditos
por aquellas tres hostias consagradas,
que consagraste al tercer día,
desde las puertas de Belén hasta Jerusalén
y por mi Santo Joao Aceiro
que con placer y alegría, también yo sea guardado de noche y de día,
así como Jesús por el vientre de la Virgen María.
Dios adelante, paz como guía,
Dios me dé siempre la compañía que le dio a la Virgen María,
desde la Casa Santa de Belén hasta Jerusalén.
Dios es mi Padre,
Dios es mi Padre y la Virgen de los Dolores mi Madre,
con la espada de San Jorge seré armado
con la espada de Santiago seré guardado por siempre
Amén.
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Señor Jesucristo, Divino y Justo Juez de vivos y muertos. Eterno Sol de Justicia Encarnado en el Casto Vientre de la Virgen María, por la salud del linaje humano.
Justo Juez, Creador del Cielo y de la Tierra y muerto en la Cruz por mi amor. Tú, que fuiste envuelto en un Sudario y puesto en un Sepulcro del que al tercer día Resucitaste, Vencedor de la muerte y del infierno.
Justo y Divino Juez oye mis súplicas atiende a mis ruegos, escucha mis peticiones y dales favorable despacho.
Tu Voz Imperiosa serenaba las tempestades, sanaba a los enfermos y resucitaba a los muertos, como a Lázaro y al hijo de la viuda de Naim.
El Imperio de Tu Voz ponía en fuga a los demonios, haciéndolos salir de los cuerpos de los poseídos y daba vista a los ciegos, habla a los mudos, oído a los sordos y perdón a los pecadores, como a la Magdalena y al paralítico de la piscina.
Tú Te hiciste invisible a los enemigos, a Tu Voz retrocedieron, cayendo por tierra en el Huerto, los que fueron a aprisionarte y cuando expirabas en la Cruz, a Tu Poderosa Voz se estremecieron los orbes.
Tú abriste las cárceles a Pedro y lo sacaste de ellas sin ser visto por la guardia de Herodes. Tú salvaste a Dimas, el ladrón arrepentido y perdonaste a la adúltera.
Te suplicamos Justo Juez, me libres de todos mis enemigos visible e invisible. La Sábana Santa en que fuiste envuelto nos cubra; Tu Sagrada Sombra nos esconda; el Velo que cubrió Tus Ojos ciegue a los que nos persiguen y los que nos deseen el mal, ojos tengan y no nos vean; pies tengan y no nos alcancen; manos tengan y no nos tienten; oídos, y no nos oigan; lengua tengan y no nos acusen y sus labios enmudezcan en los tribunales, cuando intenten perjudicarnos.
¡Oh, Jesucristo, Justo y Divino Juez! Favorécenos en toda clase de angustias y aflicciones, lances y compromisos y haz que al invocarte y aclamar al Imperio de Tu Poderosa y Santa Voz, llamándote en nuestro auxilio, las prisiones se abran, las cadenas y los lazos se rompan, los grillos y las rejas se quiebren, los cuchillos se doblen y toda arma que sea forjada en contra de mí se embote e inutilice.
Ni los caballos nos alcancen, ni los espías nos miren ni nos encuentren. Tu Sangre nos bañe, Tu Manto nos cubra, Tu Mano nos bendiga, Tu Poder nos oculte, Tu Cruz nos defienda y sea nuestro Escudo en la vida y en la hora de nuestra muerte.
¡Oh! Justo Juez, Hijo del Eterno Padre, que con Él y con el Espíritu Santo eres Un Solo Dios Verdadero. ¡Oh! Verbo Divino, hecho Hombre: Yo Te suplico me cubras con el Manto de la Santísima Trinidad, para que me libre de todos los peligros y glorifiquemos Tu Santo Nombre.
Amén.